La procedencia de un despido disciplinario no siempre es fácil de demostrar.

Una empresa de transporte decidió prescindir de una de sus trabajadoras por no avisar a un cliente de un retraso en un transporte, el uso reiterado del correo electrónico empresarial para fines personales, entre otros. Aunque los motivos podrían parecer suficientes para justificar el cese, el TSJ de Cataluña ha fallado en contra, indicando que se trata de un despido disciplinario improcedente, al entender que la conducta de la empleada no alcanza la gravedad ni culpabilidad necesarias para justificarlo. De hecho, el texto de la sentencia insiste en que el aspecto de la proporcionalidad es esencial para justificar un despido disciplinario porque, aunque pueda existir un incumplimiento por parte del trabajador, no cualquier falta o negligencia justifica la imposición de la sanción más grave que es el despido.

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