España se ha convertido en una anomalía fiscal dentro de Europa

Su insistencia en mantener no uno sino dos impuestos directos sobre la riqueza -el de Patrimonio y el de Solidaridad de las Grandes Fortunas-, la sitúa como una rara avis en un entorno donde la tendencia ha sido la supresión de estas figuras por considerarlas contraproducentes para la economía. Los fiscalistas advierten de que este modelo, además de presentar serias dudas sobre su constitucionalidad, actúa como un potente desincentivo para la inversión, la atracción de talento y la retención del ahorro nacional, lastrando el crecimiento a largo plazo y generando una enorme conflictividad jurídica. Piden crear un marco predecible y razonable que, en lugar de penalizar la riqueza y el ahorro, los fomente como motor indispensable para la prosperidad y el crecimiento económico.

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