A las empresas exportadoras no les queda más remedio que subir los precios de sus productos o directamente cancelar los pedidos por los sobre costes.

Pero la variante Delta del coronavirus ha vuelto a golpear a las fábricas asiáticas, con interrupciones en el transporte marítimo, y amenaza con extender las complicaciones hasta el próximo año. A ello se une la crisis de chips, el fuerte encarecimiento de las tarifas de transporte marítimo y la subida de los precios energéticos en todo el mundo. El precio de los fletes no para de crecer y desata una guerra de ofertas. El sistema de subasta no ayuda a contener la escalada entre los fabricantes. La cadena de suministro global se ha vuelto tan frágil que un solo y pequeño accidente "fácilmente podría agravar sus efectos".

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